miércoles, 16 de julio de 2008

A manera de iniciar nuestro intercambio


Tiene en sus manos El Otro Amarillo y yo tengo su plata. Empezamos bien y le pregunto en confianza: ¿Qué cree que es lo más peligroso que puede hacer un periodista desempleado? ¿Colgarse de una viga, lanzarse a las ruedas de un micro vueltero o dejarlo que trabaje en un proyecto periodístico alternativo?

Son tres formas de suicidio, y este amarillo redactor, con la complicidad de sus parientes y amigos, que son más bien escasos, pero incondicionales, ha optado por la tercera, por lo menos momentáneamente.

El Otro Amarillo, por mucho que engañe su color, no es ni podrá ser una mina de oro. Es una empresa deficitaria desde antes de nacer, pero puede llegar a equilibrar sus costos si circula lo suficiente. Rechaza, por principio, incluir publicidad para no condicionar su contenido, de manera que la única forma de sostenimiento es la circulación, con la venta, ejemplar tras ejemplar. Por ello, si se llega a fotocopiar o a prestar, se estaría negando la posibilidad de que continúe en las calles. Depende de usted y de mi.

Si le gustó, compre y aparte ejemplares para sus allegados. Si no le gustó, compre también y bótelo o úselo en el retrete si no quiere que caiga en manos de alguno que lo halle interesante y continúe el círculo.

Si encontró algún error, es muy probable que halle muchos otros. Por favor, avise, no se quede con las ganas de insultarme. Puede desahogarse con toda libertad y si sus improperios son realmente buenos, es seguro que los verá reproducidos en la siguiente edición.

Los datos de las informaciones no han sido verificados ni pida grabaciones. Para qué, si todo el contenido es ficción y cualquier semejanza con la realidad es mera casualidad. Hasta podría hallarle cierto parecido a la otra prensa. La competencia amarillista ahora es dura y desleal.

El fin no justifica los medios, pero en este caso el medio justifica este inicio porque tengo que sobrevivir. Esto es periodismo, es lo mío y no me acompleja que sea de este color. Lo grave sería hacer prensa amarilla y jactarse de serio, como los otros.

Puede que el contenido le arranque alguna sonrisa o hasta una carcajada. Me haría un honor, pero estaría realmente satisfecho si logro que se muera de rabia, como yo, al comprobar tanta impostura en la calle y en los medios.