viernes, 11 de octubre de 2019
jueves, 10 de octubre de 2019
miércoles, 9 de octubre de 2019
Kit de sobrevivencia para periodistas que viajan con Evo
La oportunidad anunciada
por el presidente Evo Morales y que no podrá
darse en 500 años
o más no se
puede desaprovechar. ¡Un viaje con el líder
supremo! ¡El sueño
de todo periodista!
Como todo viaje
ansiado y deseado con el alma, los y las
afortunadas requieren un kit básico
con estos elementos y condiciones, algunos indispensables y otros opcionales
que pueden hacer aún
más llevadero
el inmenso privilegio de acompañar,
sí, acompañar, imagínese usted, al presidente
en sus viajes de trabajo, sí,
trabajo.
Se adjunta gráfico con ejercicios de
posturas corporales básicas
para tan delicada función.
Se ha eliminado electrónicamente
la corbata al modelo, no vaya esto a causar un enojo al presidente.
1. Un
buen diccionario, o App de expresiones áulicas
y zalameras para aderezar los contenidos propagandísticos, pseudoperiodísticos en los que se
mencione al líder
supremo. Aquello de “majestuoso”, “incomparable”, “iluminado” o “maravilloso”,
pueden resultar cansinos o, incluso, cortos, limitados para el gusto y
necesidad del mandatario. Indispensable.
2. Habilidades
especiales y certificadas en el arte y ciencia del atado de cordones (watos)
acompañadas de
destrezas no menos cualificadas para percibir en fracción de segundo aquella
necesidad primaria en el líder
supremo. Contraindicaciones: Si acaso el alabado amo optase por usar mocasines
y con ello se diluyera la ansiada oportunidad para mostrarse aún más serviles, al menos se
puede pasar un paño
para sacar reluciente brillo en el que pueda reflejarse su penosa dignidad de
reportero a rastras. Indispensable.
3. Un
listado de términos
vedados, aquellos que jamás
de los jamases tendrían
que llegar a oídos
del mandamás,
como corrupción,
narcotráfico,
abuso de poder, clientelismo y similares, que bajo ninguna circunstancia tendrían que usarse ni siquiera
pensarse. Indispensable.
4. Capacidades
genuflexas en niveles de experto y maestro, con experiencia de ejercicio
laboral en entidades estatales como ministerios y direcciones para escribir,
hablar o aparecer en video por encargo y con guiones preestablecidos y nula
capacidad de pensamiento o reflexión.
Certificado de sumisión
legalizado por el sindicato local. Indispensable.
5. Conocimientos
básicos de
lengua nativa para poder interpretar saludos o hasta colocar estas voces en las
del líder
supremo, que debe aparecer genuino y amado por sus súbditos. Opcional, porque
no faltará
el funcionario que pueda suplir esta necesidad, o hacérsela recordar con
discretos codazos.
6. Alarmas
de despertador eficientes y fiables para horas de madrugada. De preferencia con
tonadas marciales. Indispensable.
7. Condiciones atléticas óptimas y reflejos de arquero de selección con camiseta azul para no estorbar el paso del supremo amo en caso de tropezar delante de él y así ahorrarle la molestia de tener que empujarlo.
7. Condiciones atléticas óptimas y reflejos de arquero de selección con camiseta azul para no estorbar el paso del supremo amo en caso de tropezar delante de él y así ahorrarle la molestia de tener que empujarlo.
lunes, 28 de enero de 2019
Ejercicio democrático o ejercicio gimnástico
Participar en procesos electorales solía ser un ejercicio democrático,
imperfecto, obligatorio, pero se suponía perfectible. El elector depositaba su
voto y dependiendo de sus expectativas y preferencias festejaba o se lamentaba
cuando la autoridad electoral publicaba el resultado si es que
las encuestadoras y los medios de información, incluso con herramientas rudimentarias,
no se le habían anticipado. Con el advenimiento de la proclamada revolución
democracia y cultural, esta participación directa se está transformando en
ejercicio gimnástico. Veamos por qué.
El sentido de votar, que es emitir un voto en una elección o consulta,
le da al ciudadano la posibilidad de expresarse de modo libre y secreto. Es la
máxima expresión de la voluntad popular, incluso con todas sus imperfecciones.
Sin embargo, este acto consciente y deliberado pierde significado cuando la
decisión que debería corresponder a las mayorías ya está tomada por anticipado y
desde la minoría ínfima del poder.
De ese modo, y por efecto de las prohibiciones y previsiones como la
restricción de la circulación vehicular, el ejercicio democrático
lamentablemente se convierte en apenas un ejercicio gimnástico. ¿Hay que ir a
votar? Vamos temprano, antes que se formen colas. Esperemos que baje un poco el
sol. Aprovechen chicos, saquen las bicicletas.
Así fue el año 2011 cuando se convocó a Elecciones Judiciales. Una burda
pantomima electoral, obligatoria, de paso. La amplia mayoría votó nulo y
blanco, pero se impuso la minoría para posesionar a un grupo de funestos
magistrados que dieron muestras de su incompetencia y obsecuencia al poco
tiempo de ser posesionados, sainete que se repetiría corregido y aumentado el
año 2017.
Tanto afán para votar, si los elegidos ya estaban atornillados en los
cargos. El año 2016 la mayoría democrática negó en un referendo la posibilidad
de que los actuales mandatarios vuelvan a repostular, (lamentando la inevitable
redundancia) en las elecciones generales de 2019, pero un puñado de aquellos
acomodados por la ínfima minoría determinó lo contrario.
Tenía algo de razón el candidato García Linera cuando señaló que las
elecciones primarias servirían para mostrar la musculatura de los partidos. La
gimnasia más reciente confirmó las sospechas. Elector fue convocado apelando su
más profundo sentido democrático para que vaya a elegir a los elegidos
despilfarrando 27 millones de bolivianos y quién sabe cuántos más en propaganda
oficial y movilización oficialista. Al final, empujaron a unos cuantos
incautos. Forzudo el oficialismo. Campeón de la halterofilia para torcer el
brazo a la mayoría. Dudoso mérito el de la revolución democrática y cultural que
primero capitalizó las imperfecciones para acceder al poder y luego devaluó el
voto hasta lo inimaginable. ¿Para qué sirve votar? ¿Tiene sentido subvencionar
un Tribunal Electoral? Pongan un gimnasio y ya.
martes, 2 de octubre de 2018
Haya Corte de los Pueblos
Casa Grande del
Pueblo, 2 de octubre de 5 mil y tantos tantos
Señores
Haya Corte
Internacional de Justicia
Países Bajos, Europa
Colonial
Estimados hermanos
jueces:
Lo siento mucho, pero
no puedo entender. He estado revisando el fallo que escuché personalmente en
persona con mi nutrida (con comida marina) comitiva y siento que hay algo que
no cuadra y seguro por eso se llama fallo, porque hasta ustedes saben que no está
bien.
Me dirijo a ustedes
que son tribunal internacional de justicia para que hagan justicia. No puede
ser, estimados hermanos jueces, siento que todo lo invertido, la bandera
gigante, los carteles, la campaña, todo, pero todo, no La Haya servido de nada.
He perdonado al Tuto y
al Mesa, igual que al Rodríguez Veltzé de los misiles. He suspendido las
inauguraciones desde el sábado, hasta he compartido con los hermanos
periodistas y toda la fiesta estaba lista, no puede ser que hagan así si el
hermano Papa Francisco me ha dicho que estaba de acuerdo.
Estoy muy
decepcionado, porque los hermanos jueces siempre me han escuchado y como no sé
a quién quejarme, me dirijo a ustedes con la esperanza de que escuchen al
pueblo, porque yo soy el pueblo.
Siento que no hay
justicia. Me están pidiendo cuentas, que cuánto se ha gastado, como si eso
fuera lo mas importante.
Por eso he decedido
crear la Corte Internacional de Justicia de los Pueblos. Tenemos una sede nueva
donde puede funcionar y los jueces también, que vienen recomendados del TSE. Le
meto nomás.
Eso nomás quería
decirles,
(FIRMA)
martes, 20 de febrero de 2018
El cake
Por esas cosas
de la vida me tocó pasar mi cumpleaños número 36 en La Habana. Ya llevaba una
semana en la isla y fui sorpresivamente agasajado por la profesora y los
condiscípulos cubanos y de otros países latinoamericanos del Instituto
Internacional de Periodismo José Martí. No sé cómo, pero los anfitriones hasta
resolvieron el cake.
Resolver es un
verbo común en Cuba. Se escucha más como resové y aplica para lo inexplicable, desde
parar la olla, hasta mantener funcionando los almendrones Ford, Chevrolet o
Buick de la posguerra. Resolver es lo que hacen en su cotidiano hace muchísimos
años, casi tantos como los que pasaron desde que adoptaron el cake.
Hice
entrañables amigos en esa época y algunos resuelven las dificultades para
mantenerse en contacto, al principio por carta y correo aéreo (sí, de ese con
estampillas) y luego muy tímidamente vía Internet, no porque no deseen hacerlo
mejor. Imagino lo que sortean para publicar en Facebook al nieto en su fiesta
infantil y su cake.
Procuro corresponder y no dejo de estar al tanto
de lo que allí ocurre, siempre contrastando la información de los medios
oficiales con la de blogueros independientes y en caso de extrema necesidad, con
la de los columnistas cubano (norte) americanos del Herald. Así compruebo que
casi todo sigue igual. Que la enorme bandera cubana que compré como recuerdo
está tan guardada que ni sé dónde, porque sacarla sería lo último que haría en
estos tiempos de impostores, de destructores de utopías, y de amistades
salvadas por el cake.
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