martes, 2 de octubre de 2018

Haya Corte de los Pueblos



Casa Grande del Pueblo, 2 de octubre de 5 mil y tantos tantos
Señores
Haya Corte Internacional de Justicia
Países Bajos, Europa Colonial

Estimados hermanos jueces:

Lo siento mucho, pero no puedo entender. He estado revisando el fallo que escuché personalmente en persona con mi nutrida (con comida marina) comitiva y siento que hay algo que no cuadra y seguro por eso se llama fallo, porque hasta ustedes saben que no está bien.
Me dirijo a ustedes que son tribunal internacional de justicia para que hagan justicia. No puede ser, estimados hermanos jueces, siento que todo lo invertido, la bandera gigante, los carteles, la campaña, todo, pero todo, no La Haya servido de nada.
He perdonado al Tuto y al Mesa, igual que al Rodríguez Veltzé de los misiles. He suspendido las inauguraciones desde el sábado, hasta he compartido con los hermanos periodistas y toda la fiesta estaba lista, no puede ser que hagan así si el hermano Papa Francisco me ha dicho que estaba de acuerdo.
Estoy muy decepcionado, porque los hermanos jueces siempre me han escuchado y como no sé a quién quejarme, me dirijo a ustedes con la esperanza de que escuchen al pueblo, porque yo soy el pueblo.
Siento que no hay justicia. Me están pidiendo cuentas, que cuánto se ha gastado, como si eso fuera lo mas importante.
Por eso he decedido crear la Corte Internacional de Justicia de los Pueblos. Tenemos una sede nueva donde puede funcionar y los jueces también, que vienen recomendados del TSE. Le meto nomás.
Eso nomás quería decirles,
                                                                              (FIRMA)

martes, 20 de febrero de 2018

El cake



Por esas cosas de la vida me tocó pasar mi cumpleaños número 36 en La Habana. Ya llevaba una semana en la isla y fui sorpresivamente agasajado por la profesora y los condiscípulos cubanos y de otros países latinoamericanos del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. No sé cómo, pero los anfitriones hasta resolvieron el cake.
Resolver es un verbo común en Cuba. Se escucha más como resové y aplica para lo inexplicable, desde parar la olla, hasta mantener funcionando los almendrones Ford, Chevrolet o Buick de la posguerra. Resolver es lo que hacen en su cotidiano hace muchísimos años, casi tantos como los que pasaron desde que adoptaron el cake.
Hice entrañables amigos en esa época y algunos resuelven las dificultades para mantenerse en contacto, al principio por carta y correo aéreo (sí, de ese con estampillas) y luego muy tímidamente vía Internet, no porque no deseen hacerlo mejor. Imagino lo que sortean para publicar en Facebook al nieto en su fiesta infantil y su cake.
Procuro corresponder y no dejo de estar al tanto de lo que allí ocurre, siempre contrastando la información de los medios oficiales con la de blogueros independientes y en caso de extrema necesidad, con la de los columnistas cubano (norte) americanos del Herald. Así compruebo que casi todo sigue igual. Que la enorme bandera cubana que compré como recuerdo está tan guardada que ni sé dónde, porque sacarla sería lo último que haría en estos tiempos de impostores, de destructores de utopías, y de amistades salvadas por el cake.