lunes, 26 de junio de 2017

Autogoles de artistas





Los productores de un programa televisivo de escándalos deben estar saltando en una pata agradeciendo la publicidad gratuita que han conseguido en estos días de lastimeros testimonios, a costa de preciosos megas de los usuarios en redes sociales, haciendo menos divinas a nuestras criollas celebridades y mucho más famosos a sus detractores.
Un penoso efecto búmeran tan previsible como indeseable. Qué más quieren los escandalosos que se hable de escándalo, felices de victimizarse, que les den pie para hablar de censura y de libertades y de derechos. 
Igual de lamentable resulta el llamado para que los auspiciadores dejen de publicitar en la televisión basura, como si la categorización de contenidos de dudosa calidad dependiera de sus gustos personales o como si los publicistas no supieran dónde está la audiencia, o que le digan a la gente qué mirar y si es más o menos importante el detalle de la boda de uno de los futbolistas más famosos, o de las zancadillas que tan prematuramente se están colocando las candidatas al Miss Bolivia.
Las celebridades a escala global cargan un lastre y es un poco el precio de la fama. Si en el cotidiano se habla de tanta corrupción, de compras con sobreprecio, ahora también en la televisión estatal, y en los arbitrajes del fútbol, lo menos que se espera es que los propios y bien ponderados artistas y presentadores locales estén metiéndose esos autogoles tan feos.
Fb 

lunes, 19 de junio de 2017

Palo a la tele



El aparato, a simple vista, parece que transmite imágenes y sonido y es probable que le llamen televisor porque reúne características de forma, dimensiones, botones -cada vez más ocultos-, marca y algún adhesivo, recordatorio de compra no reciente.
Al tocarlo, da la impresión de que es inofensivo. El asunto cambia si está conectado a la corriente, que ahora es más cara, y a un sistema de cable o satélite.  El riesgo es encenderlo, manipular el control remoto y descubrir que uno debe contentarse con emisiones locales ya sea porque se vive lejos, o se debe el servicio, o aunque se lo haya pagado bien cobrado, la ventolera, el gajo o el choque de la esquina derribó un poste clave.
Sin embargo, más riesgoso es el pedido para sacar la basura de la televisión. Si la sacan, ¿en qué queda la programación? Tenemos derecho a idiotizarnos con programas de competencias y con chismes, a entretenernos con esos bufones caros que son los políticos, y a estar al tanto del último cráter en la ciudad -porque llamarlos baches sería degradarlos-, de las elecciones judiciales postergadas por vergüenza o del celo de la Policía porque las fotomultas serán para la Alcaldía, todo así muy superficial y farandulero.
Una televisión seria nos enloquecería. Mostraría los problemas estructurales y la cultura ya no sería pretexto para ganar cámara. Pensar es peligroso y con la tele apagada hay muchas más posibilidades de que la gente piense. ¿Quién quiere eso?
Fb 

lunes, 12 de junio de 2017

Treinta años



En 1987 se podía llegar manejando a la Casa del Camba directamente desde El Cristo y había tanto campo para estacionar en el segundo anillo como ahora en el Ventura a las 6 AM. Don Medina llamaba al bíper del chofer-fotógrafo-redactor-editor cuando los comensales -gente común conmemorando algo común- estaban completos y aquel llegaba tan rápido como era posible (y lo era) y el acontecimiento estaba publicado al día siguiente, en las últimas páginas del diario, que se cerraban a la par de la portada principal, generalmente pasada la medianoche.
Para los que se están preguntando qué es eso de bíper, se trata de un aparato de tortura del siglo pasado, tan indiscreto e inoportuno como cualquier smartphone moderno, sin la posibilidad del modo silencioso o de vibrador, y tan eficiente para la comunicación como lo era el operador de su fija central telefónica.
Como el segundo anillo tenía una angosta capa asfáltica, rodeando -no atravesando- rotondas se llegaba a El Palenque, en el polo opuesto, en menos de 10 minutos, pasando junto a unos frondosos gomeros que debieron ser declarados patrimonio natural, pero como en esa época, ni tan lejana, quedaban tantos arbolones urbanos, se talaron nomás.
Todos los acontecimientos sociales eran relevantes y la premisa era dar cabida a todos, así la demanda de espacio creció y se tuvo que crear un suplemento. Tiempo después llegaron consultores con otras ideas. Nostálgico, dirán ¡y qué!
Fb