lunes, 12 de junio de 2017

Treinta años



En 1987 se podía llegar manejando a la Casa del Camba directamente desde El Cristo y había tanto campo para estacionar en el segundo anillo como ahora en el Ventura a las 6 AM. Don Medina llamaba al bíper del chofer-fotógrafo-redactor-editor cuando los comensales -gente común conmemorando algo común- estaban completos y aquel llegaba tan rápido como era posible (y lo era) y el acontecimiento estaba publicado al día siguiente, en las últimas páginas del diario, que se cerraban a la par de la portada principal, generalmente pasada la medianoche.
Para los que se están preguntando qué es eso de bíper, se trata de un aparato de tortura del siglo pasado, tan indiscreto e inoportuno como cualquier smartphone moderno, sin la posibilidad del modo silencioso o de vibrador, y tan eficiente para la comunicación como lo era el operador de su fija central telefónica.
Como el segundo anillo tenía una angosta capa asfáltica, rodeando -no atravesando- rotondas se llegaba a El Palenque, en el polo opuesto, en menos de 10 minutos, pasando junto a unos frondosos gomeros que debieron ser declarados patrimonio natural, pero como en esa época, ni tan lejana, quedaban tantos arbolones urbanos, se talaron nomás.
Todos los acontecimientos sociales eran relevantes y la premisa era dar cabida a todos, así la demanda de espacio creció y se tuvo que crear un suplemento. Tiempo después llegaron consultores con otras ideas. Nostálgico, dirán ¡y qué!
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