Recién en el mundo del cine se
celebró la fecha en la que los viajeros del tiempo arribarían tras subirse a un
auto mágico. Como hace 10 y 20 años, se hizo un recuento de los avances
tecnológicos y en diez o vente años es muy probable que se lo vuelva a hacer.
Por lo pronto, los únicos autos voladores son los que podrían estar atravesando
alguno de los puentes a medio caer en Cochabamba o los que pasan raudos en
cualquier avenida cruceña. Los cordones de los zapatos que todavía eran
ajustados por subordinados atentos, ahora sí son realidad gracias al empeño de
Nike, pero todavía no están en la feria de El Alto ni en la Cumabi.
Sin embargo, ni en el más
accidentado viaje en el tiempo se pudo haber imaginado la situación en la que
la reina del carnaval asuma a plenitud su soberanía y mantenga en vilo, no solo
a una comparsa, la coronadora, sino a todas las comparsas asociadas. Basta que
levante o baje su delicado pulgar para sellar la suerte del evento en el que
las autoridades municipales encontraron el momento oportuno para dejar de ser
invitados de palo, o de palco, según como se quiera ver.
Salvo
que el auto que viaja en el tiempo quede atrapado entre algún bloqueo del
transporte pesado en Santa Cruz o de minibuseros en La Paz, o quede plantado en
las zanjas hechas para impedir el asentamiento de vendedores ambulantes, ni
siquiera en una travesía así de accidentada, alguien hubiera imaginado que la
reina llegue a tanto. Nuevamente la realidad superando a la ficción. Fb