Claro que me
recontraretracto, igual que el ganador del premio Libertad, incluso antes de
decir cualquier cosa sobre el Katanas o de cualquier otro antro caído en
desgracia o con protección vigente en cualquier parte del territorio
plurinacional.
Tampoco se me
ocurriría decir nada contra ninguno de los cuatro valientes, cuyas disculpas conmueven
en redes sociales. Si saltaron sobre la cabeza de alguien, patearon a un
anciano, golpearon a un guardia o le rompieron la mandíbula a un muchacho al
que se le dobla en peso, no importa. Jamás de los jamases se me ocurriría decir
nada en contra de tan ilustres protagonistas. Tampoco tendría por qué decir
nada sobre la candidata que literalmente se quedó con los rulos hechos porque
le negaron la visa y el privilegio de estar en Las Vegas.
Por supuesto
que me retracto de cualquier cosa que se podría comentar en el futuro sobre los
artistas que se quedaron sin actuar en la última noche de feria o sobre el
fiestononón juvenil en Limoncito, ni nada que pudiera incomodar a nadie.
A
estas alturas, que son casi las del nivel del mar, o en mayores, conviene
mantener el pico cerrado, y ni por si acaso dudar sobre las habilidades para
esquivar balazos en un asalto, o de la enfermedad de la ministra más comunicativa.
Se aclara finalmente que esta recontraretractación tiene efecto retroactivo
hasta donde convenga al interesado. Será justicia. Comuníquese y archívese.Fb