domingo, 30 de octubre de 2016

¡Na que ver!





Es simple casualidad que la red televisiva que explota el Na que ver sea la misma que botó sin paga a sus periodistas más sacrificados. Por lo (no) visto, aquello de investigar temas, descubrir en qué se invierte el dinero público o cómo se piensa el porvenir es aburrido y poco conveniente.
Lo que rinde, lo que deja contento al jefe es colgarse de lo divertido en redes sociales, como lo que hacen y dicen las personas en estado de ebriedad. Esas vainas del derecho a la intimidad, el respeto de la imagen, son para otra gente. No basta la edición malintencionada, se compone una cosa que hasta le llaman canción para banalizar la violencia y quizá soñar un Nobel por ello. 
De la farandulización, si acaso existiera esa palabra, se pasó a la viralización, otro sopapo para el idioma y para el periodismo, convertido en reportería del chisme y del escándalo callejero.
Burla y reiteración. Abuso de poder, de poder hacer cualquier cosa para armar un informativo. Claro que solazarse en la desventura de los más pobres no debería sorprender si se pudo ignorar a los propios ex colegas en desgracia.
Ya quisiéramos ver un poquito de esa irreverencia contra los poderosos, ese seguimiento obstinado para escarbar y ayudar a entender qué pasa con las autoridades, con la justicia y con los temas que de tan podridos es mejor tenerlos escondidos. Nada que ver con el periodismo. ¡Cómo rogarán estos mercaderes para que no demore el próximo viral salvador!
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