Por arte de
magia, el ministro blindado, el economista adulado, el nada tenía que ver con
las 33 alfombras persas para su Ministerio, ha perdido temporalmente su
popularidad. Por lo menos hasta que aparezca otro cuento, como cuando se supo
de coincidentemente 33 camiones mágicos cargados con mercadería para otro
ministro tan insustituible como el vicepresidente.
Nadie duda que
hay una enorme diferencia entre transitar los tiempos de vacas flacas sobre una
alfombra de Irán o de India a hacerlo sobre otras de menor fama y precio. O
esconder la basurita, los escandalitos y otras cositas bajo las alfombras
mágicas. Si de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno, el del
proceso de cambio por lo menos estará alfombrado.
Aunque parece
que ya no las van a comprar tan caras y las funcionarias ya fueron destituidas
por sus errores garrafales, los 33 del refugio en el Gobierno austero están muy
bien.
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