lunes, 17 de octubre de 2016

Triste la previa





En la previa de uno de los conciertos de música con mayor trascendencia se ha montado, junto con el escenario, otro escandalito. Si es para la anécdota, vale. Si es el pretexto para que unos y otros se laven las manos, sería lo acostumbrado.
Ya se sabe que no está bien visto que alguna vez el estadio Tahuichi pueda llenarse y peor si no es con fútbol, como los que se rasgan las vestiduras porque un músico, no cualquier músico, reciba el Nobel de Literatura.
Una estrechez mental lamentable. En la balanza, la gran importancia de la localía de dos partidos de fútbol del calendario nacional, con muy alta estima para cierto sector de aficionados generalmente disconformes con los espectáculos en el juego, porque aquí no cuentan los de fuera del campo, y la posibilidad de tener el tiempo suficiente para tratar de armar un escenario adecuado en un concierto internacional esperado por otro sector de aficionados.
Con razón vamos a la cola. Los vivos de siempre, los avivados profesionales, los campeones de las excusas y los dueños de los escenarios y de las escenas grotescas.  Todo a pocas horas de todo. Improvisación, falta de coordinación, celo, y quién sabe qué otras cosas.
Acostumbrados a que todo se tenga que resolver en la justicia, tan diligente y transparente siempre, veremos su fallo y sus fallas cuando los futbolistas  ya se hayan lastimado con los fierros en la cancha y los famosos rockeros se vayan con su música a otra parte.
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