lunes, 26 de septiembre de 2016

Siete magníficos





Está anunciado el estreno de Los Siete Magníficos, que recicla un título de 1960, memorable película de vaqueros inspirada a su vez en la producción japonesa Los Siete Samuráis (1954). Lógico que se trata de vaqueros con revólveres y muchos tiros, no de los que arrean vacas y las engordan para la Expocruz. Se juntan unos cuantos malos, casualmente siete, para que hagan cosas buenas.  El argumento vende casi tanto como usar sofás como toallas.  
El siete es un número cabalístico. De otro modo no se entendería la expresión “la gran siete” o se le quitaría personalidad al Mata siete, uno de los enterrados en el panteón de los herejes de Buenavista. Hay un nudo de seis calles, pero se llama Siete Calles. En fin.
Si se tuviera que producir una versión propia de los siete magníficos, la primera gran dificultad sería la selección de los personajes. Ya ni siquiera están los más piropeados de la feria, salvo que se los busque en la feria de Alasita. ¡Autoridades, miren a las autoridades! ¿El alcalde? Capaz que siga chupando medias. ¿El vicepresidente? Dice que está endeudado hasta el coto. ¿El presidente? Ni siquiera es dueño de su rodilla. ¿El gobernador? Cuidado, por ahí lo despiertan. ¡Miren hacia otro lado, miren a la gente productiva! No pues, seamos serios. ¿Dónde se ha visto película buena con gente así?
Parece que nos vamos a conformar con Las Magníficas. Eso de juntar malos para que hagan cosas buenas sólo es para el cine.