Resulta que las apariencias no solo
engañan, sino también ensucian. El clamoroso pedido de la presentadora de televisión
Analía Roca Serrano, apoyado por sus colegas en redes sociales, desnuda otra
realidad en estos tiempos de desnudos.
Lamenta la carismática conductora que
conseguir auspicio en tiendas de ropa y calzados es cada vez más difícil porque
otros presentadores devuelven las prendas sucias o en malas condiciones porque hasta
salen a bolichear con lo ajeno.
La pobreza no es pecado ni tampoco
pedir prestado. El asunto es la poca vergüenza de unos y la mucha que sienten
los que pagan por los pecadores.
La crisis está pegando duro, aunque
decir eso sea incómodo en septiembre, pero afecta igual a publicistas famosos,
al punto de que se han quedado sin ideas y por lo muy visto también sin ropita
para sus modelos y las pobres tienen que salir así nomás y exponerse a resfríos
y malos ojos.
Tan duro, que hasta el embajador en
Brasil que fue llamado en un momento de alharaca antidiplomática, ha tenido que
volver sobre sus pasos porque la dependencia del gigante comprador de gas es
mayor que la apariencia. Tampoco es por nada que algunos libreros en la Feria
del Libro de La Paz hayan tenido que instalarse con mejor suerte en la calle, en
un intento desesperado de vender donde la gente está acostumbrada a
comprar. ¡Qué lindo que Santa Cruz tenga
una feria donde todo es bello!, no importa si después puede que haya que
devolverlo.