Si el noticiero no era en chiste,
vi que nuevamente están recolectando firmas porque los petitorios digitales no
sirven para demandar a la segundina, “zapatear” la segundita o forzar el
segundo tiempo del quién es quién en los juegos de palabras a los que nos
tienen acostumbrados el uno y el dos del país.
Ya que hablamos de firmas, ahora
en serio, la del uno está estampada en documentos personales clave y como hasta
ahora el firmante no ha dicho esta boca es mía, porque son otros los que hablan
por él, parece ser auténtica y resulta que por esos mismos certificados algunos
de los periodistas más valientes están de gira por Brasil y Argentina para
practicar el deporte extremo de poder decir no.
Por ello, no se debe firmar nada
sin la previa consulta al abogado. Especialmente los propios abogados, para que
no los metan presos por firmar y representar a sus clientes creyendo que para
eso habían estudiado.
Yo
mandaría a buena parte a quien aparezca en mi puerta pidiendo mi firma. Salvo
que sea para que el ingreso a la Feria del Libro sea gratis, o para que la Noche
de Museos sea permanente, porque dudo que el libro de visitas de la boda de
Anabel y Marco, que firmaría sin problema, esté circulando como los cuadernitos
que vi en la tele, que ni acta notariada tenían, “pero que pensaban legalizar
después”, si total para eso estudian los abogados. En fin, algunas firmas se
cotizan como oro en bruto, otras por el bruto que firma.