Cuando me preguntan si tengo para
cambiar un billete, suelo salir del paso respondiendo “puro de doscientos”,
aunque el último de aquellos lo haya visto en fajos de alasita y me miren
siempre con cara de ay sí, el platudo. Qué diré en adelante, al saber que serán
billetes de casi dos por quinien, con la llegada del corte de 500 bolivianos.
Decir puro de quinen no causará
impacto y lo poco que se sabe de estos billetes es que serán verdes, color hoja
de coca sin masticar ni macerar, y que en el anverso y reverso tendrán las
figuras de los padres de la patria, que ahora son cuatro, más dos monumentos
patrimoniales y una planta y un animal en extinción, lo cual debe estar
poniendo en apuros a los diseñadores que esperan ganar el concurso público
anunciado por el Banco Central ajustándose a tales requerimientos.
Como también modificarán los
billetes de corte menor, es decir toda la familia, con similar sobrecarga de
simbolismos porque el menos es más no cuenta y se le mete nomás borrando a
escritores y artistas, muy sobrios no van a estar.
En fin, habrá nuevos billetes
para quienes pueden pagar limpias espirituales y otras necesidades urgentes, aunque
para negociar millonarios contratos sin licitación seguirán primando los verdes
estadounidenses y la mayoría de la gente se seguirá matando por los de dos por
quinien o soñando con tener un bono miserable sin sentir culpa por descalichar
el blindaje económico que tanto cuesta publicitar.
Fb