lunes, 31 de agosto de 2015

Infelices







Para que no digan que los bolivianos nos la pasamos de fiesta en fiesta, llámese, chutillos, Gran Poder, Urkupiña, o eligiendo soberanas siete meses antes del reinado anual y perdiendo la cuenta de cuál miss irá a tal concurso, sin mencionar que ni el aguinaldo extra nos alegra, menos los alcornoques florecidos, o que nos amargamos con la novedad de algún sorpresivo feriado, o que un altar es patrimonio cultural, es que toleramos que una encuestadora internacional nos clasifique entre los países de infelices. Solo para que no se diga.
Por eso Juan Pablo Rodríguez reniega desde temprano cuando aparecen los humoristas mañaneros en la televisión, para disimular, porque no se ve bien que desde primera hora estemos haciendo chistes con asuntos serios o faltando el respeto a los demás habiendo otras horas más convenientes. No vaya a ser que nos quedemos sin privilegios si dejamos de ser catalogados como infelices. Nuestro 41% de gente feliz contra el 82% de Venezuela es un dato que podría dibujarnos una sonrisa, pero, cuidado, que no nos vean.
Excelentes a la hora de engañar a los encuestadores respondiendo lo contrario cuando preguntaron ¿Se sintió bien descansado ayer? ¿Fue tratado con respeto? ¿Sonrió o se rio mucho?   
Tan increíblemente infelices nosotros, con tan pocas oportunidades para la diversión y el regocijo, tan alejados de la felicidad. ¡Qué suerte que haya encuestas para saber cómo no somos y qué peligros acechan a nuestra panchura!

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