Por Santa
Ángela de la Cruz,
que el santoral hoy conmemora, ni la demanda ante el tribunal de La Haya preocupa tanto al otro
lado de Los Andes, como saber que el Festival de Viña, con 56 versiones, tiene
contadas sus horas porque el de Cochabamba, desde este mismo año, será más
bonito y con artistas más grandes, especialmente porque estarán prohibidos los
comentarios contrarios en redes sociales y la animadora usará el famoso vestido
azul y negro oficialista-ilusionista que parecerá dorado y blanco.
Ya no será
necesario que viajen las mamás de los nuevos folcloristas para hacer respetar
la valía artística boliviana, tal como lo hicieron las progenitoras de los
barrabravas que contrataron en Brasil para evitar desmanes en el estadio del
Sport Recife. Aquí, chitón, se premiará a los elegidos.
Cualquier sacrificio
es válido para afrontar este proyecto vital, con fondos liberados antes que los
destinados a damnificados por inundaciones, e incluso reducir de 91 a 50 los efectivos de la
escolta presidencial, porque los 20 millones del mantenimiento del avión no se tocan.
Tendremos
festival, pese a quien le pese, para que entreguemos gaviotas, o palomas, o lo
que sea que capturemos al vuelo, de oro, porque la plata es para gastarla. No
vaya a ser que lo de la crisis sea cierto. No será una Quinta Vergara, pero se anticipa de
quinta si insisten en dar los pájaros antes de que los artistas suban al neo
escenario. Déjenlos volar, al menos.