lunes, 11 de septiembre de 2017

Serenatas a Santa Cruz





En la lista de “regalos” septembrinos se acomodó coqueta la jornada dedicada a la serenata, tradición europea que más que extinguirse en la ciudad se ha transformado con los años y, como bien apuntaba el historiador  Carlos Cirbián, incluso recién llegada ya estaba cambiada por el simple hecho de que en el pueblo los balcones siempre fueron escasos.
La serenata no necesariamente anticipa un festejo y suele ser bien recibida, incluso si resulta poco o bastante desorejada para el resto de la audiencia involuntaria. La más popular de las serenatas a Santa Cruz se monta hace varios años por iniciativa de  Pippo Galarza en una pasarela sobre la laguna del parque El Arenal, escenario donde ahora también se presenta a la reina del Carnaval. No interesa que en este caso el anticipo sobre la soberana haya tenido lugar en un acto público en Estados Unidos porque un inocente comparsero olvidó la existencia de redes sociales cuando hizo el importante anuncio extraoficial.
El Día de la Serenata se inauguró simultáneamente en cinco sitios estratégicos y fue muy oportuno hacerlo con bulla porque algunos jóvenes hasta podrían jurar que los únicos serenateros son los disfrazados de mariachis que después del trajín por el Día de la Madre esperan con ansias, como casi todos los músicos, hacer el agosto en septiembre con todos los pretendientes que se declaran enamorados de Santa Cruz.
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