Con filas que envidiaría la propia Apple para la venta del nuevo Iphone
o que podrían competir con cualquiera de las que se forma cada vez más temprano
para conseguir ficha en dependencia pública, los visitantes empezaron a
recorrer la feria exposición de Santa Cruz, la más todo.
El sacrificio vale con tal de poder preguntar al pariente o allegado,
con aire triunfal, ¿y vos, ya fuiste a la feria? No importa si lo único que se
va a llevar a casa sea el clásico paquete promocional de galletas, los juanetes
adoloridos y el recuerdo de la picardía -en el sentido más cruceño- ora del
taxista que quiere salir de pobre en unas cuantas noches, ora del cuidador de
espacios en la vía y jardineras públicas que no se responsabiliza por ningún
vehículo, ora del encargado del parqueo que cotiza su tarifa como en Tokio.
Los negocios se multiplican adentro y afuera
como nunca en el año y en la ciudad de Santa Cruz y en todos sus municipios
dormitorio se habla de la feria porque no es solo vitrina comercial, sino
también social, como un grupo abierto de Facebook en espacio real, con seres de
carne y hueso, en realidad más carne que hueso, porque los ejemplares bovinos
tienen de mil kilos para arriba, compartiendo sus “Me gusta” y tan revueltos
como el que saldrá con las galletas y el que se irá con su cero kilómetro, aunque
ni tan cero porque algo tuvo que andar para llegar a la muestra. En suma, hay
feria, o si prefiere, ¡Ay! la feria.Fb