lunes, 1 de mayo de 2017

Envidia de trabajo



Entre los muchos mensajes que uno se traga al estar detrás de un vehículo de transporte público o alguno sospechosamente nuevo están “Tu envidia es mi progreso” y “Trabaje y no envidie”, muy apropiados para este feriado laboral, que es cuando los que trabajan son los menos, porque los del MAS están haciendo trabajar a sus parientes como un acto de justicia, por ejemplo en el ministerio ídem.
Los envidiosos que nunca faltan, porque los que faltan son los responsables de las compras con sobreprecio, no entienden que la lucha contra la pobreza encarada por el Gobierno empieza en casa (en la de ellos) y cuando no pueden dar más pegas en (nunca mejor dicho) reparticiones del Estado, obligan a los privados que todavía se animan a tener empleados a que les suban el salario y vean cómo se arreglan después, porque si hay despidos la responsabilidad del Ejecutivo está salvada por escrito.
La saludable práctica del lavado de manos, tan útil para alejar graves enfermedades y responsabilidades de esta época, no puede estar categorizada como trabajo, sino como un hábito, como habitual se está haciendo que los telenoticieros despierten la curiosidad juvenil sobre juegos peligrosos o se empeñen en enseñar técnicas para cubrir o robar cámaras de vigilancia en su esforzada labor de ayuda a la delincuencia. Finalmente, los que seguirán pegando calcomanías de la envidia, pese a quien le pese, serán los suertudos con pariente masista acomodado.
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