Algún día,
ojalá antes del día del juicio sin mañas, se pueda pedir cuentas a los
distribuidores de películas, no a los piratas de la Monseñor Rivero, sino a los
que colocan títulos en español y seguro que en otras lenguas también. La
superproducción animada Baby Boss
llega al mercado hispanoparlante como Bebé
jefazo, Un jefe en pañales, y
quién sabe de qué otra forma más.
Superproducción
porque a cualquier cosa se le llama así y pega comercialmente. Pues bien, este
jefazo es un hermano autoritario y manipulador que a veces adopta la postura
inocente y enternecedora, según conveniencia, y lidera un grupo de pequeños
como él para conspirar. Están muy preocupados porque descubren que están
perdiendo influencia entre los adultos pensantes y consideran que los padres
potenciales ven con mejores ojos a las mascotas.
Así, la
historia pudo haberse distribuido como El
hermano jefazo, aunque es probable que este título ya esté listo para otra
película, quizá una que incluya al hermano maduro y sus juegos con los poderes,
o a los hermanos que gobiernan indefinidamente, o cualquier otro capricho, pero
es mejor no dar ideas.
Los críticos
de cine le dan a Baby Boss una buena
calificación señalando que es divertida, conmovedora y reflexiva. A Bolivia
llegó la semana pasada como Un jefe en
pañales y parece que es mejor no andar preguntando por qué se eligió ese
título y no el otro, si a nadie se le ocurriría estar haciendo odiosas
comparaciones.