La franquicia para organizar el concurso que representaría el modelo de
Estado que se empeñan en posicionar nuestros legisladores, sería Joven Cachetes
–nada de Miss o Míster- como justo homenaje a la segura promulgación de la ley
que aumenta la superficie para producir la sacrosanta hoja, porque el acullico
y su procesamiento en gran escala así lo exigen.
Afortunadamente, este sacrificio de cocaleros (y de parques nacionales)
para colocar al país en el sitial mundial que le corresponde es reconocido,
entre otros, por creadores de videojuegos y sería una lástima que unos
franceses sean los únicos beneficiados. Por ello, la franquicia tendría que ser
nacional.
Aspirar al título de Joven Cachetes, aunque sean viejos, sería mucho más
llamativo que convertirse en celebridad de redes sociales, con mejores
homenajes y premios. Los candidatos no representarían regiones, sino actividades.
El título lo disputarían reñidamente copetudos pescadores y cazadores furtivos,
transportistas de vehículos de lujo y de utilitarios, serenos y trasnochadores
de boliches, albañiles y estudiantes aventajados de medicina, y una gruesa
representación de boleadores anónimos, en la categoría “mascaritas”.
El
jurado premiaría al menos cinco finalistas, para no desentonar con los
concursos comunes. Joven Cachetes, Cachete promesa, Escupitajo de distancia, Técnica
del bico y Martilleo de hoja. La miopía opositora a la nueva ley no deja ver
esta gran oportunidad.Fb