lunes, 7 de marzo de 2016

Signos de admiración




Prestos al rescate, desde no hace mucho, han aparecido entre las noticias los signos de admiración, también llamados de exclamación. Parece un intento desesperado, un grito, para lograr audiencia en la durísima competencia contra los enredos de los ministros en el culebrón presidencial, cuando no son las jochas del recargado mosquito egipcio, o el dron en clave de La-drón que mueve a los funcionarios en las funciones donde menos funcionan.
Estos signos han proliferado como peste y usados entre las informaciones equivalen a reírse de los chistes propios. Quizá porque de algo tendrán que reír quienes están siendo matados por los emoticonos de la indiferencia.
Tanto así, que no sorprendería hallarlos en las notas sobre la celebración de mañana, Día Internacional de la Mujer, que dicho sea de paso se celebró el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, es decir en el Día del Padre, por lo menos en estas latitudes. Porque cualquier asunto da para gritar.
Decía el periodista uruguayo Carlos Núñez que en las columnas de opinión hay una gran libertad de escritura gracias a que casi nadie las lee, y como están divididas en dos categorías, que son estar a favor y estar en contra, desde aquí se proclama la contra a los signos de admiración en las noticias, entendiendo que las informaciones, si son buenas, no los necesitan y menos para saber quién se arregló o terminó con quién. Suficiente con que se griten entre ellos.

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