lunes, 9 de noviembre de 2015

La Ballivián



Es temporada alta en la calle Ballivián, que para quienes no la conocen, en Santa Cruz viene a ser como una eterna pasarela con modelos corrientes. Corrientes porque deben correr para evitar ser alcanzados o alcanzadas por alguno de los micreros que tienen en esa céntrica vía una de las rectas de aceleración antes de pasar por los mercados.
Quienes acuden en busca de trajes de alquiler generalmente son estudiantes, o las mamás, que recién devolvieron los trajes tenebrosos de Halloween, que en realidad provocaban más miedo en los padres porque había muy poco traje en los atuendos femeninos. Ahora vuelven porque en los colegios ya están empezando los bailes de clausura o los juntes de promociones.
Es una temporada alta que se prolongará hasta que concluyan todas las yapas carnavaleras, tras las innumerables fiestas de graduación, desde las del ciclo prebásico hasta la recién incorporada categoría universitaria, en la que aparentemente es obligatorio contar con el traje para el baile del caporal.
En suma, la Ballivián, o calle de la amargura para quienes no se embriagan de carnaval, porque en esa época es un inmenso baño público, merece más atención municipal en estos meses. Si ya es patrimonio cultural, podría ser la pasarela popular oficial, sin llegar al extremo de volverla peatonal porque ocasionaría el pandemónium en el tráfico de la zona. Apenas se demanda un poco de orden y por contadas semanas, si no es mucho pedir.
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