Los pobres pavos que, dicho popularmente, pagan el
pato en la celebración del Día de Acción de gracias en Estados Unidos, justo en
la víspera de que sean las billeteras las “pagapato”, porque el viernes negro hay
que comprar, comprar, comprar, desearían –supuestamente- haber nacido en Japón,
donde hoy se celebra el Día de acción de gracias por el trabajo, uno de sus contados
feriados nacionales.
En el ritual japonés el foco no está centrado en el
pavo cocinado, ni en el indultado por el presidente Obama. La figura principal
es el trabajo, la bendición de contar al menos con uno y a no ser que se trate
de algún seguidor convencido del célebre Ron Damón, tener un trabajo fijo
siempre será algo positivo en cualquier parte del mundo. Claro, este trabajo
debe ser remunerado convenientemente, o por lo menos de modo puntual y sin
vueltas o triquiñuelas.
Los
trabajadores japoneses agradecen al dios Shinto por contar con un puesto
laboral. El emperador también lo hace y es una lástima que esta costumbre no haya
sido exportada con el éxito de otras. O quizá ya la tenemos
incorporada, pero al revés, igual que nuestro reloj en el Congreso, porque aquí
celebramos el no tener que ir a trabajar y cuando el feliz momento llega, que
es más de una vez al año, también sabemos a quién le tenemos que estar
eternamente (o re-re) agradecidos por no tener que trabajar, con la condición
de tener trabajo y todos los beneficios habidos y los que están por haber.Fb