Beneficiado con la ley de regocijo espiritual que,
entre otras prohibiciones de país laico, restringe bebidas espirituosas, porque
con tan bello motivo el boliche clandestino de al lado tuvo que cerrar por
segundo fin de semana consecutivo, y estando consciente de la alta probabilidad
que los “sub 40”
que llegaron al poder pierdan su condición juvenil en la prolongada espera por
los resultados oficiales del cómputo electoral, si es que no recuentan mal para
que ganen los que deben, desgrano mis acostumbradas líneas lunáticas abusando
de la infinita paciencia de ustedes.
Liberado del ruido vecinal, del pésimo gusto
musical de los que se regocijan entre trago y trago, me vengo a enterar de que
hoy reinician las campañas proselitistas quienes irán a segunda vuelta en las
elecciones, sin dar tiempo siquiera a que se elimine la basura electoral de la
primera, con los rostros de ganadores y perdedores ensuciando las calles y sin el
pretexto de bloqueo en el ingreso al vertedero municipal.
Aún así, aproveché la pausa religiosa, el llamado
feriado largo, porque no hacerlo hubiera sido un desperdicio equivalente a
votar por asambleísta o concejal que nada decide.
Entonces, regocijado con el venidero Festival
de Teatro y con el aporte de artistas que por falta de apoyo usan medios
alternativos para promocionarse, me golpeo el pecho, una y otra vez, al
comprobar que hay una vida activa e interesante fuera del circuito politiquero
al que inexplicablemente se le brinda tanta atención en desmedro de tanta gente
buena. Por mi culpa, por mi gran culpa, etc.