De tanto en
tanto, las redes se entretienen ridiculizando las respuestas de participantes
en concursos de belleza, como la reciente de Mariana Torres, finalista de Nuestra Belleza Latina 2015, que consideró que
una pareja de chimpancés lograría preservar mejor a la especie humana en caso
de holocausto nuclear. Para mí, respuesta acertadísima.
Quizá
esperaban que diga una supermodelo y un superdeportista o viceversa, o una
científica y un humanista, o al revés, pero prejuicios por delante, el
resultado de esa hipotética nueva descendencia, con los años, provocaría otro Apocalipsis.
Suena mejor dejar todo en manos de los simios, probadamente menos destructivos
que sus parientes más lampiños. Sin embargo, la pobre Mariana carga las burlas.
Coincido con
quienes apuntan a suprimir las preguntas de estos concursos. Si se suprimen los
concursos, mejor todavía.
Es muy injusto
someter a escrutinio a jóvenes que tienen en mente otras cosas. Ya soportan
bastante con el peso de mantenerse bellas para los estándares de unos jurados que
tampoco sabrían responder preguntas capciosas.
Los concursos para evaluar conocimientos son
otros. Nadie puede saberlo todo, o sino, como dice el periodista Alberto
Martínez, pregúntenle al sabelotodo si el delineador agranda o empequeñece los
ojos o si es mejor depilar las cejas por el arco de arriba que por el arco de
abajo. “-¡Par favar!” Tal sería una respuesta adecuada para las preguntas
necias en concursos de belleza.
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