Me tocó explicar a la abuela que los periodistas culinarios que recién
estuvieron en Santa Cruz no estaban visitando locales nocturnos con
anfitrionas acaloradas y mimosas, sino que conocían las delicias en los
cada vez más sofisticados restaurantes cruceños.
Intrigado yo
también con aquella nueva especialidad periodística, traté de imaginar
qué materias hubiera podido llevar en la universidad si hubiese tenido
la suerte de que en mis tiempos de maduración de la vocación profesional
hubiera existido esta sabrosa 'boca-ción'.
Así, en vez de estar
arriesgando el propio pellejo en algún bloqueo o manifestación tan
frecuentes, escribiría tranquilamente acerca del pellejo del espécimen
destinado al menú, salvo 'veganas' contraindicaciones.
Indagando
más, supe que estos casi colegas, un peruano, una chilena y dos
estadounidenses que, imagino, no deben ser fáciles de impresionar,
quedaron maravillados con lo que probaron y vieron, incluso en el
Abasto.
Afortunadamente, el cocacolazo quedó atrás, igual que el
gasolinazo, porque hubiera sido muy malo que se lleven ese recuerdo, en
vez del que se llevaron con el paladar.
Si luego lo cuentan bien, atraerán a más turistas, y es lo que necesitamos.
Mientras
tanto, nosotros debemos esmerarnos y aprender a tratar mejor al
visitante, materia que debería ser obligatoria desde la escuela, porque
como bolivianos tenemos una calificación muy baja según malas lenguas
que tienen amplia difusión en Internet.
http://www.sociales.com.bo/culinarios.html