Elvis Presley se debió revolcar en la tumba más que con su mejor
shake-shake cuando lo compararon con el precandidato Johnny Fernández en
una noche de pasarela y baile. Aún se está determinando si esta
ocurrencia tiene relación con la histeria colectiva que catapultó a la
fama a un colegio en Paurito, donde dicen que invocaron espíritus con la
güija y anticiparon la celebración de Halloween.
Con la güija,
los estudiantes se zafaron de exámenes, se movilizó a la Policía y hasta
hubo personas acusadas de practicar hechicería, como en la época de la
Inquisición. De igual manera, pastores de varios cultos se disputaron el
protagonismo en la TV mostrando sus poderes de sanación y generando más
desconcierto que paz en una comunidad apacible hasta su llegada.
Los
malos espíritus también afectaron a la magistrada Ligia Velásquez antes
de comparecer ante el Senado; al vocal Ramiro Paredes, del Tribunal
Electoral, el asunto le vino como anillo al dedo porque pudo decir que
una mano negra escribió plurinominal en las papeletas electorales.
La
ultratumba también explicaría la seguidilla de candidaturas recicladas
que, a la par de los pastores oportunistas, saturan la TV y nos han
poseído a todos -sin posibilidad de exorcismo- porque hasta Sacha
Llorenti reapareció en la ONU como abanderado de los derechos. En fin,
las izquierdas parecen ser las únicas bien enterradas, porque no las
invocan ni las hacen votar y menos les comparan sus ropas con las de
artistas.
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