Ni en la peor borrachera, dijo el parroquiano, iba a imaginar que
papichulo sería una palabra reconocida por los académicos de la lengua
española, incluida a fuerza de uso entre los americanismos de la edición
23 .ª del diccionario de la RAE. Para que la norma sea pareja, deberían
incluir mamichula, y así nadie se queja. De manera que en la siguiente
edición, aproximadamente en 13 años, también se podrían encontrar
expresiones como ‘los chores’ y ‘juerte la calor’, que están entre las
más usadas en los últimos días calurosos.
Es que los académicos
no pueden ir contracorriente. Así optaron por aceptar el amigovio para
representar aquello que se complicó en redes sociales al referirse a
relaciones amistosas muy cercanas, íntimas en el sentido amplio, pero
que no se asumen como un noviazgo formal.
Junto con papichulo, que
define a un hombre que por su atractivo físico es objeto de deseo, y
amigovio, otras novedades son guardavidas, mejor que el antiquísimo
salvavidas, pero, quién lo diría, recién aparece bíper, el aparatito que
se dejó de usar hace más de veinte años (yo lo usaba en EL DEBER).
Sin
embargo, lo que no usaré, por mucho que esté en el nuevo diccionario,
es birra en vez de cerveza, y botellón seguirá siendo el conocido músico
y animador y no “la reunión de jóvenes que se divierte (con alcohol) al
aire libre” y al tristemente célebre boliche lo llamaré como siempre
porque el estar en el diccionario no le cambia la categoría ¿O sí?