La Gobernación de Santa Cruz mejoró la
iluminación en el estadio Tahuichi y alguien dirá eso fue lo más brillante en
el reciente clásico cruceño. Es que pensándolo bien, todavía faltan muchas
luces y en el sentido figurado, tampoco hay tantos iluminados en la escena como
uno quisiera.
Obviamente no se trata de quienes presumen sus
pocas luces cuando conducen vehículos con los faroles altos todo el tiempo, ni
de los que salieron a la velocidad de la luz para vapulear al administrador
caído de Cachinoticias, ni de los viceministros calculando decimales de
hectáreas, o fugaces soldados chavistas mirando la desgracia ajena desde sus yates.
En esta temporada de apagones, cuando la luz se
va en cualquier momento y los trabajadores de la CRE están tanto o más
atirantados que representante de
artista falluto conteniendo demandas legales, siguen faltando luces en las
chatas de camiones cañeros y en las calles de los barrios.
Mejores luces tendrían que tener los llamados a
prevenir incendios y los que aseguran los toldos en cualquiera de nuestros
mercados modelo de desorden y ni se diga de los que confunden
“medioambientalista” y “partidario” con la necesidad de “partir por el medio” un
territorio protegido.
Ojalá
sigan iluminando vías y canchas, pero también que se aseguren las instalaciones
antiguas, no vaya a ser que los apagones se hagan costumbre, como en las altas
esferas de decisión, donde las luces parecieran ser tan escasas.Fb