lunes, 9 de enero de 2017

Cara de llajua





El anuncio de que un restaurante pekinés de comida rápida, por no decir chatarra, instaló tecnología que escanea la cara de los clientes para determinar el menú que se le podría sugerir, no tiene nada de novedoso si se recuerda que desde hace quichicientos años la casera de la esquina es capaz de ofrecer el platito de media mañana más oportuno simplemente mirando de reojo al comensal.
El sistema, que proyecta extenderse a otros ámbitos comerciales, “adivina” edad, sexo, carácter y al igual que con los motores de búsqueda de Internet, es un misterio cómo es que se las ingenia para que una cara conocida le caiga bien un silpancho y para otra un trancapecho.  O puede que vea que solo le alcanza para un mocochinchi. Según el adelanto informativo, la cadena china se muestra reticente a explicar qué menú se corresponde con cada tipo de persona, porque supuestamente depende de muchos factores.
Para cuando el sistema llegue a Bolivia, probablemente por la vía del contrabando que es la más expedita, y cuando por fin se hayan ido los corredores del Dakar, se someterá a una prueba de fuego porque tendrá que distinguir el menú y procurar ofrecer variedad para no quedar en ridículo frente a miles, quizá millones de sujetos con cara de llajua, que es una característica plurinacional, aunque suponemos que no tendrá mayores dificultades para identificar, al tiro, al comelón que tiene el poder frente a un mesero. Para distinguir a esos no hace falta tecnología. 
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