Un investigador de Harvard
llamado Dan, que no es pariente de Leo Dan, aseguró que el secreto de la
felicidad es simple: sexo, ejercicio, música y conversación. O sea que en este
campo también estábamos haciendo las cosas al revés, como todo en el proceso de
cambio.
Nunca seríamos felices aplicando
la fórmula en el sentido acostumbrado: primero conversa, luego música (baile),
ejercicio (escapar de los gendarmes en las batidas), dejando para el final lo
primero.
Sin embargo, los detractores del
científico dicen que sin tantos experimentos, en Bolivia se logró la felicidad
máxima un día como hoy, en 1993, cuando con un 2 a 0 se le arrebató el invicto
histórico a Brasil en eliminatorias mundialistas.
Quienes ya no creen en las
fantasías del fútbol, sostienen que es aún más infalible la técnica de hacerse
el sueco. No para parecerse al choco de Suecia que interpreta al nuevo Tarzán,
sino al valiente canciller, que tras diez años en la sombra, tuvo un rol protagónico
en la Cancillería y nos llenó de felicidad, pero a la inversa; primero dando
palo a Chile y luego esperando que actúe la diplomacia para que los pobres
camioneros bolivianos no sean tratados peor que antes.
Parece
que éramos más felices cuando dijo que las piedras seguían la receta de Harvard
antes de que se funde la primera universidad, o cuando al ministro de la
presidencia le sale el tiro por la culata con su Wikileaks, al derecho y al revés. (Continuará).Fb