Continuando con esto de la
ciencia de la felicidad, resulta que de tanto en tanto se promocionan unos
colirios “para los ojos”, aparentemente del mismo laboratorio que produce
jarabes para la garganta, crema para la piel y champú para el cabello, pero
resulta que son fotografías de chutos y chutas y ni con un máximo esfuerzo alivian
la picazón provocada por el humo de la patrimonial temporada de chaqueos.
Habrá que buscar los colirios que
se aplican en gotas, útiles también si se acabaron las lágrimas cuando toca
llorar al saber que los atletas que necesitaron apoyo económico todos estos
años para prepararse y representarnos modestamente en las olimpiadas, tendrán
que sacarse la infundia (o enjundia, según el modismo) para lograr alguna
medalla y cobrar los dólares imperialistas de la promesa presidencial.
Pestañeando y con la visión un
poco más clara, se puede apreciar también que esto de la elección de la reina
del Carnaval, o de la felicidad, es un asunto complicado pues la elegida
anticipadamente y ratificada por la Alcaldía se bajó rápido del carro porque
dijo que lo de ahorrar no va con los coronadores, que van a ser muy felices
derrochando alegría y lo que fuera necesario porque no quieren quedar como sus
yescas antecesores.
Sin embargo, la más feliz es la
ex ministra a la que le diagnosticaron sobredosis de impunidad y se recupera
con el suero de la felicidad en una clínica, porque dónde más se podría
recuperar.