lunes, 14 de septiembre de 2015

Brindis con trancapecho



Por ordinario que suene, en el sentido de nada que sea de otro mundo, voy a proponer un brindis con trancapecho, por Cochabamba, epicentro culinario nacional que hoy celebra su efeméride departamental, porque mientras menos trago mejor para todos.
El apelativo, que de tan poco elegante podría competir cerradamente con la palabra sobaco, compensa su fealdad, como casi todo en la vida, con su exquisito sabor, reconocido incluso por afamados críticos gastronómicos, como el estadounidense Robert Sietsema a quien no se le ocurrió mejor manera de graficar su experiencia que decir “es de esas comidas que provocan exclamaciones como ¡ohh! y ¡ahh!”.
Un paladar tan fino como el de este gringo amigo supo reconocer el valor nutritivo de este sándwich “relleno con una chuleta de res empanado, huevo frito, cebolla morada picada, tomates maduros, y la remolacha en dados que dejan pequeños riachuelos de colores violentos sobre el huevo frito con una capa de arroz como una especie de mayonesa granular”, que descrito así da para imaginárselo en mesa de cinco tenedores y no en el popular puesto callejero. 
Salud pues, y que el destranque no sea pretexto para abusar de las bebidas fermentadas. Felicidades a los cochalas que tienen tanto para ofrecer y alegrar. ¿O acaso masticando a todo carrillo un trancapecho no nos olvidamos momentáneamente de la choca que robaba con una patrulla policial, o de otras novedades que podrían hacer perder el apetito?

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