Por
estos días, cientos de personas en varias ciudades participan del “día sin
pantalones” con el objetivo de promover la libertad de expresión y, en las
últimas horas, se han multiplicado las expresiones de solidaridad y de repudio por
el asesinato de dibujantes del semanario satírico francés Charlie Hebdo. Hay
que tener los pantalones bien puestos para no ceder a las amenazas y el
chantaje y hay que saber quitárselos con el mismo objetivo.
También
hay que tenerlos muy bien puestos, aunque suene sexista, para organizar un
evento enorme y gratuito para el público como el Boluevard Carnaval, así como
para participar en el rally Dakar, o para largarse como turista hasta la ruta
con suspensión de feriado y todo, soportando obras inconclusas en las carreteras
y la inflación del aguinaldo doble. Hacerlo pese a los criticones y a los
amargados.
El
día sin pantalones o “No pants subway ride” es el viaje en ropa interior en
transporte público -generalmente metro- en ciudades europeas y estadounidenses,
y en algún momento, cuando nuestros micros –y pasajeros- sean más decentes,
podría replicarse la manifestación con el mismo entusiasmo porque la defensa de
la libertad de expresión, para asuntos de cualquier naturaleza, incluso deportivos
y carnavaleros, para apoyarlos o criticarlos a calzón quitado o con calzón
cubierto, es un asunto en el que podremos coincidir plenamente por diferentes
que sean nuestras posiciones, pantalones y calzones.