Para cuando esto salga, el universo tendrá
flamante reina. Miles seguirán aspirando a títulos diversos, en una industria
global, lucrativa y cruel que involucra a unas víctimas sonrientes y adoloridas,
algunas hospitalizadas y otras enterradas como flores plásticas. Nada nuevo se
ha dicho hasta aquí, ni en el desgarrador testimonio de la segunda en el
concurso brasileño Miss Bum Bum, que es tan ganadora como la primera y la
cuarta, o como la décima o la veinteava porque también se celebra, como en el deporte
y la lotería, la aproximación.
Quienes organizan eventos se declaran
incomprendidos en un mundo de envidiosos y de feos cuando qué de malo puede
tener mostrar la belleza, aumentarla, corregirla y obsesionarse para que la
sociedad se sienta reflejada en esa imagen retocada, estandarizada por “expertos”
que envenenan el alma de las víctimas, de ambos sexos, induciendo al auxilio en
la ciencia y en el engaño.
Son también noticia los llamados para que la
publicidad incluya a personas comunes y se lucha para que las muñecas se
parezcan más a la gente, en una batalla imposible porque la vanidad solo cobra
factura a la víctima y convierte el negocio en redondo, en una paradoja
circular, porque es mejor no hablar de esto y centrarse en los próximos
concursos y reinados, porque eso le gusta a la gente, en especial a la que
cuenta los billetes en los valles de silicona, o de lágrimas si las operaciones
estéticas hacen ¡Bum!