viernes, 7 de agosto de 2009

Rebelión en la granja

Cuando los chanchos animaron a sus compañeros de otras especies, igual de jodidos que ellos, a rebelarse contra el dueño, sabían que podían contar con los perros para llevar adelante sus planes.

Esta alegoría descarnada del escritor George Orwell en Rebelión en la granja (1945) es utilizada para ilustrar procesos políticos de toda laya, pero los biógrafos de este escritor británico de origen indio aseguran que ilustra la traición de los líderes comunistas a su pueblo y a los postulados que los llevaron al poder.
Sin embargo, hay semejanzas para todos los gustos y cada quien se identifica con el animal que mejor le parece en esta trama que no pierde vigencia.


En Bolivia, los periodistas son, desde la óptica del supuesto chancho mayor, los pollos bulliciosos, desordenados, temerosos, numerosos y poco cerebrales. Demás está decir que están permanentemente amenazados por los perros que, con todo el respeto que se merecen los cuadrúpedos canes, son los que más fuerte están ladrando a la prensa; viceministros, por hacerla más corta. Otros falderos están uniformados, pero afortunadamente no cuentan mucho en este momento.


Como los cochinos son ególatras y mezquinos, quieren el barro sólo para ellos. Sólo así se explica que tras que uno está levantando el hocico más de lo debido, ¡zape! Se va para afuera y se convierte en opositor.

Es que para cualquier líder autoritario es peligroso que la gente piense, lea, discuta y se haga preguntas. Peor si se junta con otros para ver la forma de cambiar a los chanchos. ¡Eso sí que es una amenaza porcina, mucho peor que la de los mocos!