lunes, 30 de enero de 2017

Humor de país alto




En los Países Bajos, además de tulipanes, cultivan un fino humor en su televisión y no necesariamente porque una de las regiones con los mayores campos de cultivo se llame Flevolanda.  En Evolandia, que se promociona como país alto, el presidente, ex convaleciente de la rodilla izquierda y también de la derecha, las cuales aparentemente ya están habilitadas porque por algo hay que empezar, hasta hace chistes con ellas, aunque eso no se ha podido comprobar.
Los humoristas holandeses se muestran resignados a ser segundos, ya que los Estados Unidos están primero, según Donald Trump, el más chistoso de todos, “ever”. Sin embargo, no habría por qué dejárselas tan fácil a estos chocos. Nosotros, en vez de aceptar un honroso tercer lugar, podemos ir tras la punta con las cifras de los once años de gestión y el bombardeo de nubes.
Esa manía de comparar países es un deporte que se practica a escala global y cada quien se anota en las competencias que mejor le convengan. Por ejemplo, hay un club de países que juegan a ser transparentes y todos los años se mofan de los que ya ni ministerio de transparencia tenemos. Otros luchan para mejorar su posición en las mediciones sobre educación, aunque en aquellas nosotros ni participamos porque para qué. En otro tiempo también aspirábamos a que los chistes presidenciales aparezcan en algún ranking internacional, pero así está difícil, mientras otros, como Holanda, van a paso firme, incluso sobre el mar.
 Fb

lunes, 23 de enero de 2017

Cosas peores





Unas modelos disimulando arneses, otras lidiando con los tocados entre cables de acero, las de más allá tratando de seguir el ritmo del artista en escena, unas con mucho traje, otras con casi nada, unos cómicos tropezando con nombres y anunciando llantas en plena coreografía con primeros planos, la voz en off notoriamente leyendo unas composiciones estrambóticas ante unos dominantes toborochis navideños, hasta que finalmente en el trasnoche, salen unas reinas opacadas por el empacho que provocó semejante mejunje, justo tras Moisés y Los Diez Mandamientos.

Es lo que provoca meter todo en la olla, con la idea de quedar bien con todos, para conseguir más descontentos, no entre los eternos enemigos del Carnaval que ni querían Cambódromo y ahora dicen que allá tendrían que hacerse todos los espectáculos, sino entre quienes luchan por darle identidad a una fiesta en proceso de transformación.
Y aunque se han visto peores precarnavaleras, como la noticia del poste “que posó” junto a Malia Obama en la terminal de buses, o la interpelación fallida a la ministra que se fue al agua, o los aportantes que deberían estar muy agradecidos por prestar plata al otrora altivo sector agropecuario, parece nomás que de tanto frotar se salió el barniz, aunque siempre hay cosas peores, si sirve de consuelo, porque el brillo y plumaje son convenientes para distraernos de aquellos que esperan prolongar su carnaval más allá de lo ya decidido.
Fb 

lunes, 16 de enero de 2017

Ventanillas





Hay ventanillas de todo tipo y vienen a ser como el corolario, la ansiada meta, de una fila iniciada cada vez más temprano, donde hay por lo menos dos posibilidades: que lo traten a uno con las patas, que es lo corriente, o que lo atiendan bien y, excepcionalmente, de modo memorable, como un caso reciente divulgado en redes sociales que vale la pena destacar.
¿Dónde están los que no conocen el tren?, dijo el boletero con acento grave dirigiéndose a unos niños y luego embarcó personalmente a una familia feliz de cumplir el sueño a sus pequeños en un viaje de apenas cuatro, pero muy significativas leguas.
Por ser tan excepcional, no sólo el trato, sino también el reconocimiento de los beneficiarios directos, se hizo un seguimiento y se descubrió que el funcionario de la Ferroviaria Oriental Juan Carlos Zeballos hace un tiempo ya  había atendido un parto a bordo del tren en el tramo entre Aguas Calientes y Roboré.
¡Cuánto cambiaría la convivencia con unos cuantos como don Juan Carlos atendiendo las ventanillas en Migración en el aeropuerto o en las de inscripciones en la universidad pública o en los centros de salud!
Nadie dice que es fácil tratar con infinidad de personas, pero si los trenes y ahora los monorrieles se van a volver a poner de moda, con gestos amables en las ventanillas de las entidades públicas y también algunas privadas, es un buen inicio, porque las filas y los problemas muy pronto no se van a acabar.
FB