domingo, 29 de mayo de 2016

Recolectando firmas



Si el noticiero no era en chiste, vi que nuevamente están recolectando firmas porque los petitorios digitales no sirven para demandar a la segundina, “zapatear” la segundita o forzar el segundo tiempo del quién es quién en los juegos de palabras a los que nos tienen acostumbrados el uno y el dos del país.
Ya que hablamos de firmas, ahora en serio, la del uno está estampada en documentos personales clave y como hasta ahora el firmante no ha dicho esta boca es mía, porque son otros los que hablan por él, parece ser auténtica y resulta que por esos mismos certificados algunos de los periodistas más valientes están de gira por Brasil y Argentina para practicar el deporte extremo de poder decir no.
Por ello, no se debe firmar nada sin la previa consulta al abogado. Especialmente los propios abogados, para que no los metan presos por firmar y representar a sus clientes creyendo que para eso habían estudiado.
Yo mandaría a buena parte a quien aparezca en mi puerta pidiendo mi firma. Salvo que sea para que el ingreso a la Feria del Libro sea gratis, o para que la Noche de Museos sea permanente, porque dudo que el libro de visitas de la boda de Anabel y Marco, que firmaría sin problema, esté circulando como los cuadernitos que vi en la tele, que ni acta notariada tenían, “pero que pensaban legalizar después”, si total para eso estudian los abogados. En fin, algunas firmas se cotizan como oro en bruto, otras por el bruto que firma.

lunes, 23 de mayo de 2016

Me perdí la interpelada





Terriblemente deprimido por no haber podido escuchar la interpelación de tres horas del ministro de Hormonas contra parlamentarios de la oposición y un selecto cartel de periodistas, quise ver si la Dirección Nacional de Memes y Likes tendría un resumen para despistados, pero parece que sus funcionarios estaban entretenidos con el lío de la cantante argentina Miss Bolivia en el aeropuerto de Salta.
Nunca me perdonaré el no haber estado atento a la programación de BoliviaTV, que siempre muestra lo mejor de nuestros políticos, modelos de honestidad para las nuevas generaciones, amenazadas por contenidos imperialistas en los canales que tienen que costearse como pueden sus transmisiones, por ejemplo mendigando la publicidad estatal.
No entiendo el afán de algunos que insisten en que el ministro hable de su relación con una señora que ya no conoce, o de su lancha, o de 33 camiones con ayuda humanitaria para damnificados de la feria de electrodomésticos, o de lo que hacían en su ministerio para que la misma dama, en sus ratos libres, haga negocios millonarios con el Estado o cometa infracciones en su Mercedes Benz amparada por su rey o por su líder.
Habiendo tantos temas para ocuparse, como la carrera en chinelas, los grafitis por el matrimonio de Anabel o la nómina de los seleccionados para la Copa América, los opositores y periodistas deberían dejar en paz al ministro más popular del gobierno, salvo que quieran ser otra vez interpelados.

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