lunes, 28 de diciembre de 2015

Calzones




Hoy, día de inocentes, habrá una licencia para hablar de calzones porque ya no da para seguir hablando de la inocentada adelantada a la Miss Colombia. Tampoco de aquellas pastas italianas que son como empanadas gigantes y tienen el nombre casi innombrable, aunque otras pastas se llamen peor. No, nada de eso. Se trata, simplemente de aquellas prendas antiguamente llamadas bombachas que son otra preocupación en esta temporada donde reina la paz y la armonía, según se puede apreciar en los informativos.
Preocupan porque algo de cierto debe haber en la creencia popular del estreno de calzones y su relación con la prosperidad, sea monetaria, o sentimental, que casi vienen siendo lo mismo.
Raro porque ni el mejor calzón nuevo se sentirá tan a gusto como el más desgastadito, ese que tiene los elásticos domados a punta de uso y lavado. Por supuesto que son poco recomendables en tiempos de conquista, o incluso de salidas a las calles como están ahora porque cualquier rato ocurre algo y en el hospital o donde uno llegue, estarán ahí tristemente expuestos, como sabiamente advertían madres y abuelas.
De modo que, por si acaso, feliz compra y estreno. La oferta es variada. Amarillos, rojos, blancos, negros, con y casi sin tela. Para usarlos en Año Nuevo quizá unos sobre otros, qué importa, si total habrá que rompérselos trabajando –en sentido figurado- porque es una fórmula probada para el éxito, o lo es para la mayoría de la gente.


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lunes, 21 de diciembre de 2015

Cuenta regresiva





Como aquellos iluminados que los días miércoles publican en redes sociales “estamos a mitad de semana” y los insufribles llaman “ombligo de la semana”, sorprendiendo a todos con esa valiosa información, resulta que en diez días se va el año.
Por nada. No es necesario agradecer el recordatorio para la cuenta regresiva porque otra cuenta, la bancaria, ya se lo ha debido anunciar, aunque igual tendrá que contestar el teléfono y tragará una grabación del banco para recordarle que debe gastar hasta lo que no tiene a cambio de puntos para unos productos que podría comprar muchísimo más baratos de contrabando, que es lo que está de moda.
Casi tan de moda como ponerse polleras sobre pantalones y tratar de ver qué otra monería se puede hacer, como liberar tortugas, o lo que sea, para no tener que mirar el desierto donde se supone que había un lago, pero ¿quién quiere ver eso o sus flamencos muertos si a corta distancia se puede apreciar la exhibición de los regalos presidenciales? Si Orinoca le queda lejos y todavía no sabe qué hacer, o ya fue extorsionado por gendarmes o policías de los planes navideños y se quedó sin efectivo, podría distraerse haciendo el conteo de rigor escuchando los éxitos musicales del Piqui-Piqui, el Tiqui-Tiqui o el Taca-Taca, que es lo que probablemente bailaban en la oficina de la incomprendida jueza de Punata, empeñada en mostrar que la justicia no tiene por qué ser tan seria y mucho menos a fin de año.

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lunes, 14 de diciembre de 2015

El Graduado





De esas pocas veces en las que una película no estropea la novela que la inspira, El Graduado (1967) es un clásico del cine que podría tener una dura competencia en caso de que se lleve a la pantalla un acto de graduación común y corriente, cuya temporada está en fase meseta.
El drama romántico de Hollywood tendría escasa oportunidad frente al drama, por ejemplo, de encontrar sitio para estacionar, lo suficientemente cercano como para hacer el trayecto con tacos de casi 20 centímetros, y ojalá algo iluminado para no encontrarse a la salida con la sorpresa de aquí lo puse y no lo encuentro. Y eso que se están descontando las penurias de las previas y ni mencionar los gastos de última hora que más parecen de último resuello.
Una vez en el salón, el desafío será encontrar asientos medianamente próximos a la pasarela o al escenario que no estén ocupados por carteras, bolsas o lo que sirva para guardar el espacio a infaltables que llegan justo para el desfile porque su equipo de avanzada ya reservó el lugar para sus orondas posaderas. Claro que tampoco se ven tan afortunados los más próximos porque en un santiamén se sorprenderán con sillas que no estaban, o verán durante todo el acto los felinos movimientos de fotógrafos por delante.
Mientras tanto, el graduado, que estuvo horas esperando, no sabrá en qué momento se le fue su minuto de gloria y sus pobres parientes menos. La desconcentración sola daría, sin exagerar, para otro argumento.
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lunes, 7 de diciembre de 2015

Arbolito




Decir que su apodo es arbolito de Navidad es una maliciosa referencia a un símbolo de esta época y más sin chiste que presentadores de televisión haciendo cortos de humor.  Los más entusiastas ya armaron su arbolito y los menos fanáticos están postergando la tarea. Sólo pensar en sacar cajas y bolsas, en deschipar foquitos, ya cansa.
En un sondeo televisivo, parroquianos de la plaza principal lamentaban lo que consideraron un retraso municipal imperdonable y una entrevistada se animó a decir: “Parece que tendremos una Navidad triste”.  Eso porque hasta ese momento no habían atiborrado la plaza con los accesorios que magullan palmeras y los pocos árboles que quedaron tras la remodelación para versión de plaza de bronceado. No se entiende a la gente. Si se hubieran adelantado, dirían qué barbaridad, cuánto derroche.
Los arbolitos domésticos, generalmente plásticos, emulan una tradición alemana de más de 500 años. En el Rockefeller Center ya se encendió el más famoso de todos, o sea, igual que con el Black Friday, ya está dada la orden desde el norte. A desempolvar el viejo o comprar otro y seguir el ritual con la estrella, las bolas, los lazos, las luces. Quizá bastones y muñecos de nieve que refrescan de solo mirarlos. Para qué hablar de ver animales salvajes, e incluso dinosaurios, merodeando pesebres, porque cada quién es libre de adornarlos a gusto y no hay un manual ni se somete a referendo el tener unas cuantas normas, aunque debería.


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