lunes, 23 de marzo de 2009

De sindicalistas y malas yerbas


La primera sílaba de la palabra sindicalista es sin y es bueno que así sea. El verdadero sindicalista lucha porque siente que siempre falta algo y dirán que eso lo hace cualquiera que trabaje con dignidad, pero la diferencia es que el sindicalista mira carencias más allá de las personales y aunque también resulte beneficiado, no lucha pensando en él, sino en quienes lo han elegido, si es un líder, o en los que luchan junto a él si está en la base, que es igualmente una posición de gran responsabilidad.

Suena contradictorio, pero es así. Un sindicalista íntegro es aquel que está sin. Sinvergüenza también empieza con sin y es justamente porque en eso se convierten los que se desvían.

Desviados, son con. Los “condicalistas” son fáciles de reconocer porque les gusta estar bien con Dios y con el diablo. Nunca se la juegan por nada que no sea su interés particular. Calculan acciones, manipulan a los manipulables y se llenan la boca hablando por todos. Cuando explican se complican y ya ven, son muy parecidos a los politiqueros, que es la categoría que finalmente los acoge y donde luego se los ve a gusto. Para ellos todo es con. De conveniencia.

Usan el sindicalismo como escalera, como puente, como camino. O sea, lo pisan y pasan de largo. Y cuando se largan o los botamos, nos dejan pensando que es una suerte que se hayan ido, aunque algunos demoren al hacerlo. Como yerba mala.

Cuando aparecen noticias sobre el surgimiento de nuevos líderes en el sindicalismo boliviano siempre hay expectativa. Si se conoce a la persona y sus valores, mucho mejor, porque así es más fácil auspiciar buenos augurios. Así se espera a Eulalio (Chichi) Grimaldes en una posición de líder. Es conocido en la vida sindical y es la primera vez que se anima a asumir el espacio que lo estuvo esperando en una directiva. Es un sin. Sin duda. (OPS)

viernes, 6 de marzo de 2009

YA SALIO

Más pequeño, pero El Otro Amarillo sigue circulando en su tradicional papel amarillo